domingo, 28 de octubre de 2007

Desde fuera de casa se ven las cosas desde otras perspectivas, y en este caso me parece pertinente el plural. Esta es otra de las ventajas de los viajes.
Que este año le hayan concedido el nobel de literatura a Doris Lessing me ha alegrado mucho y por partida doble: primero, porque al estar viviendo en Londres me ha parecido como si se lo hubieran dado a una de las mías, aunque sea de otra nacionalidad, si es que se puede afirmar que los libros tienen patria; y, segundo, por ser una escritora que ya me dejó huella en los 80. Por casualidad, me he enterado de que en España ya no se encuentra en las librerías su "Cuaderno dorado"; yo sí que conservo como un pequeño tesoro una primera edición de la versión en español de mayo de 1979 de la Biblioteca Universal Caralt, así que con la lotería del nobel también a mí me ha tocado una pedrea.
Recuerdo que en el 2001 me había dado por releer obstinadamente, on la sensación de que alguien expresaba mucho mejor lo que yo misma llevaba rumiando como una verdad el discurso que pronunció en Oviedo cuando le concedieron el Premio de las Letras.

Érase una vez un tiempo -y parece muy lejano ya- en el que existía una figura respetada, la persona culta.
Este tipo de educación, la educación humanista, está desapareciendo. Cada vez más los gobiernos -entre ellos el británico- animan a los ciudadanos a adquirir conocimientos profesionales, mientras no se considera útil para la sociedad moderna la educación entendida como el desarrollo integral de la persona.

Hay un nuevo tipo de persona culta, que pasa por el colegio y la universidad durante veinte, veinticinco años, que sabe todo sobre una materia -la informática, el derecho, la economía, la política- pero que no sabe nada de otras cosas, nada de literatura, arte, historia, y quizá se le oiga preguntar: "Pero, entonces, ¿qué fue el Renacimiento?" o "¿Qué fue la Revolución Francesa?"

Hasta hace cincuenta años a alguien así se le habría considerado un bárbaro. Haber recibido una educación sin nada de la antigua base humanista: imposible. Llamarse culto sin un fondo de lectura: imposible.

Su defensa, más que de las humanidades, del espíritu humanista me pareció un acertado golpe de atención.

P.D.: Para tu información, durante estos días ya se instaló en Londres el otoño, lluvioso y gris, con ese toque desapacible que te hace apreciar más el interior de una pub o el calor de tu casa.

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