Al mes del viaje de mío tío Norberto, recibí una de mis primeras postales, era de Sidney.
Aún eres un mocoso, y puede que ahora no me entiendas. Pero, al menos, inténtalo, no seas tonto.
No desaproveches la vida que te tocó en suerte, no merece la pena. Diviértete lo que quieras y sólo obedece a tus padres en lo que debas (tu papel en esta película no es el mismo que el de ellos). Y, sobre todo, abre bien los ojos: ante ti se extienden infinitas cosas que debes conocer. Déjate sorprender, sé inquieto, también travieso. Muévete, viaja, intenta aprender todo lo que no sepas, aunque nunca llegues a lograrlo. Habla con todas las gentes; de todas aprenderás algo y a todas algo les enseñarás. No dejes nunca de querer saber y, lo más importante, de querer querer. No hagas daño a nadie; pero, que nadie te lo haga a ti. Y, por favor, sé libre.
P.D.: Ya sabes que nunca me he despedido de ti. No lo voy a hacer ahora.
Nunca más recibí noticias de mío tío Norberto. Y, sin embargo, cada viaje que emprendo siempre pienso en él.