domingo, 3 de junio de 2007

Estudiando geografía con mi sobrina, acabo de dibujar en el mapa el contorno de Trinidad y Tobago, desde donde nadie todavía me ha enviado una postal. He repasado mentalmente la agenda de mis amigos viajeros para ver quién de ellos podría caer por allí y pedirle el favor. Pero, inmediatamente, caí en la cuenta de que debía borrar de la lista de futuros viajeros a Trinidad y Tobago a mis amigos gays y lesbianas, porque ellos no son bien recibidos allí y, además, sufrirían en sus carnes intimidación y discriminación (en palabras de Amnistía Internacional). Es más, aún sigue vigente la ley que pena con cárcel los actos homosexuales entre adultos. No tengo el gusto de conocer a Elton John, pero el que me escriba desde allí tampoco será él. De ello parece encargarse muy bien el archidiácono de Trinidad y Tobago, Philip Isaac, que ha pedido que se prohíba su presencia en el país debido a su homosexualidad activa (desde luego, no deja de ser curiosa la frasecita) y debido también al peligro de que a sus compatriotas les dé por imitar al cantante. ¿Quién, entonces, me enviará una postal desde Trinidad y Tobago?