Nunca antes me había sucedido nada igual. Acabo de recibir una postal anónima. Me la han enviado desde la costa norte de Kenia, cerca de Malindi y con vistas al Océano Índico. La postal muestra una fotografía en la que un hombre blanco de unos cincuenta años, con bronceado sin caducidad y rodeado de tres bellezas juveniles, bebe un líquido anaranjado resguardándose del sol bajo un templete. A su alrededor se extiende una playa blanquísima salpicada de palmeras. El mar cristalino se abre al fondo bajo un cielo azul inmaculado. Cerca de la arena, al caballero y a las damas les espera un aristócrático yate. Los sirvientes negros quedan fueran del encuadre. Las formas se guardan con corrección y decoro.
El texto del mensaje es de una claridad meridiana.
Mi querido perdedor:
Eres un pelagatos de tres al cuarto y un imbécil de mierda.
Tú y los de tu ralea no sabéis ni nunca podréis disfrutar de un paraíso como éste.
Adiós.