jueves, 24 de mayo de 2007

Nunca antes me había sucedido nada igual. Acabo de recibir una postal anónima. Me la han enviado desde la costa norte de Kenia, cerca de Malindi y con vistas al Océano Índico. La postal muestra una fotografía en la que un hombre blanco de unos cincuenta años, con bronceado sin caducidad y rodeado de tres bellezas juveniles, bebe un líquido anaranjado resguardándose del sol bajo un templete. A su alrededor se extiende una playa blanquísima salpicada de palmeras. El mar cristalino se abre al fondo bajo un cielo azul inmaculado. Cerca de la arena, al caballero y a las damas les espera un aristócrático yate. Los sirvientes negros quedan fueran del encuadre. Las formas se guardan con corrección y decoro.

El texto del mensaje es de una claridad meridiana.

Mi querido perdedor:
Eres un pelagatos de tres al cuarto y un imbécil de mierda.
Tú y los de tu ralea no sabéis ni nunca podréis disfrutar de un paraíso como éste.
Adiós.

lunes, 21 de mayo de 2007


Un amigo me ha conseguido a través de otro amigo unas postales de Soria: una de las ruinas de Numancia, otra de la iglesia de Santo Domingo, y la tercera del monasterio de San Juan de Duero. Son unas postales de hace unos veinte o treinta años, en colores vivos, pero que el paso del tiempo las ha ido rebajando de tono otorgándoles una inefable pátina de lejanía. Contemplándolas, no me resultó difícil viajar en el tiempo e imaginar a Antonio Machado viviendo en Soria. Viviendo y amando. Antonio Machado, de treinta y cuatro años, se casó con Leonor Izquierdo, de quince, el 30 de julio de 1909. (He vuelto a leer las dos líneas anteriores y me ha dado por sonreír al pensar que me he mantenido casi siempre en un extremo relativismo moral en relación a los actos externos del ser humano, pero no así en cuanto a su voluntad. Eso es lo que he creído siempre y, claro está, ni soy el único ni el innovador de esta visión moral. Es difícil mantenerse en esta postura porque a menudo cabalga uno al borde del abismo. Aunque, en ocasiones, no es tanta la dificultad: aún no me ha supuesto ningún esfuerzo distinguir las diferentes voluntades en una historia como la de Antonio Machado o en los viajes de turismo sexual infantil hacia países del sudeste asiático o hacia América Latina y el Caribe.) Parece ser que el día de la boda de Leonor y Machado ocurrió lo que era políticamente correcto: desde los soportales de enfrente unos jóvenes vocingleros insultaron a los novios cuando salían de la iglesia.

sábado, 19 de mayo de 2007

jueves, 17 de mayo de 2007

Hoy, al anochecer, he tomado una cerveza con Julia. Me llamó por teléfono llorando a moco tendido. Teníamos que hablar. El motivo no era trivial.
-Por muchos viajes que haga en el resto de mi vida, no te enviaré ni una postal más.
Pues sí, el asunto era serio. Julia es una viajera apasionada, empedernida, que nunca se olvida de enviarme una postal ni aunque vaya a la vuelta de la esquina. ¡La de viajes que he hecho gracias a Julia!
-Juanjo me ha dejado.
¿Y qué tenían que ver mis postales con su vida amorosa? No entendía nada. Así que hablé por donde se me ocurrió.
-Lo siento, Julia. Si no me equivoco, os casabais el año que viene.
-Pero eso no es lo peor. Sin aviso, sin problemas previos, sin discusión alguna, me mandó una postal diciéndome que me dejaba, que lo sentía mucho, que cinco días antes había conocido a otra chica y que no podía sacársela de la cabeza. ¿Tú lo crees posible? Después de nueve años de novios, me deja de repente con cuatro letras mal escritas en una postal.
Ahora lo comprendía. Traté de suavizar la situación. Por nada del mundo quería quedarme sin las postales de Julia.
-No te precupes, mujer. Hay casos peores. Hoy día la moda es que los novios se dejen a través de un mensaje del móvil. ¿No te parece más frío este método?
Aún me duele la mejilla derecha del bofetón que me arreó mi amiga Julia. Pero eso no es lo que más me duele (se pasará); ni me duele la actual desesperación de Julia (estoy convencido de que el cabrón de Juanjo le ha hecho un gran favor y que en menos de lo que canta un gallo mi amiga encontrará un principito azul que de verdad la merezca); lo que de verdad me duele es quedarme para siempre sin los ojos de Julia en mis viajes futuros, sin sus palabras, sin sus particulares descubrimientos de lugares ya archiconocidos en los mapas.

domingo, 13 de mayo de 2007

No me da miedo la palabra “moral”(Nicolas Sarkozy dixit). Desde mayo de 1968 no se podía hablar de moral. Era una palabra que había desaparecido del vocabulario político. Hoy, por primera vez en decenios, la moral ha estado en el corazón de la campaña presidencial. Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo. Habían querido hacernos creer que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos alumnos, que no había diferencias de valor y de mérito. Habían querido hacernos creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, y que no puede existir ninguna jerarquía de valores. Habían proclamado que todo está permitido, que la autoridad había terminado, que las buenas maneras habían terminado, que el respeto había terminado, que ya no había nada que fuera grande, nada que fuera sagrado, nada admirable, y tampoco ya ninguna regla, ninguna norma, nada que estuviera prohibido. Recordad el eslogan de Mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”. Así la herencia de Mayo del 68 ha liquidado a la escuela de Jules Ferry en la izquierda francesa, que era una escuela de la excelencia, del mérito, del respeto, del civismo; una escuela que quería ayudar a los niños a convertirse en adultos y no a seguir siendo niños grandes, una escuela que quería instruir y no infantilizar, porque había sido construida por grandes republicanos que tenían la convicción de que el ignorante no es libre. Pero la herencia de Mayo del 68 ha liquidado esa escuela que transmitía una cultura común y una moral compartida, cultura y moral gracias a las que todos los franceses podían hablarse, comprenderse, vivir juntos. La herencia de Mayo del 68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del 68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador.

Cuando acabé de leer tal discurso, me escapé corriendo al bar de Laura.
-¿Lo de siempre?
-No, aún no. Tengo que tomar aliento.
-¿Qué pinchamos hoy?
-Lo que quieras. No estoy de mucho humor.
-Vale. Vale.-
Me cortó.
Y la muy simpática pincha uno de un tal Ismael Serrano que se despacha, ¿a gusto?, con su padre recordándole aquella fantasmagórica historia del mayo del 68.
Mi querida Laura es así. Cuando estoy contento, me pincha "Campanades a morts" de Lluis Llach.

sábado, 12 de mayo de 2007

Desde mi posición actual de la amorfamente globalizada y desarrolladamente hipotecada clase media, he puesto en alquiler un apartamento. En media tarde me llamaron por el anuncio diez personas, todas inmigrantes. Me sentí como pez en el agua, había donde elegir un inquilino responsable y pagador.
Al día siguiente fui quedando con los interesados. Y me decidí por una chica brasileña, ayudante de cocina, extrovertida, cuya falta de puntualidad e historietas acabaron por dejarme de ella una imagen un tanto errática. Pero, ¿no es ésta una característica de los viajeros y, por antonomasia, de los inmigrantes? Hice de tripas corazón y, pensando que una mujer sería más limpia y cuidadosa con el mobiliario que un hombre, a ella le arrendé el apartamento.
Aprovechando la ocación, curioseé con ella interesándome por su país.
-¿De qué parte de Brasil eres?
-De Río de Janeiro.
-Qué exótico.
Me pareció que me sonreía como llamándome imbécil a la cara, pero muy educadamente y sin que se notara demasiado.
-¿Y cómo es Río de Janeiro?
-¿La ciudad o mi favela?
No había dejado de sonreírme, pero ahora me daba la sensación de que lo hacía de forma más descarada.
-Siento cuiriosidad por saber cómo es una favela.
-No puedo describírtela.
-¿Cómo que no puedes?
-Me falta vocabulario.
Para entonces la sonrisa se le había transformado en un rictus medio agresivo.
-He notado, en lo que llevo hablando contigo, que aún tienes problemas con la fonética e incluso con la sintaxis. Pero te he visto muy bien en vocabulario.
-No, no es eso. -Ahora me miraba de otra manera, yo diría que con un poco de compasión...- Lo que sucede es que no encuentro palabras en castellano para describirte mi barrio, la favela do Muquiço. ¿Entiendes?
No supe qué contestar.

-Es como otro mundo.

Más tarde, creo que llegué a entenderla. O eso me pareció. Quise pensar que el problema de mi arrendataria la brasileña era el mismo que el que encontraron los primeros cronistas de Indias: les faltaba vocabulario en castellano para describir el nuevo mundo que estaban descubriendo sus ojos. Lo que no supe comprender es la última mirada compasiva que me echó a la cara.

sábado, 5 de mayo de 2007

Para celebrar cien viajes de sueños, mis amigos me han regalado una maleta de lujo, muy elegante, de cuero natural, bordados, interior en tela , con escuadras, cerradura y llaves de latón dorado. No quiero ni pensar en su precio (si de mí hubiera dependido, solamente se me ofrecerían dos alternativas: o gastar el dinero en viajar o comprarme la maleta).
Les he agradecido el regalo. Me ha gustado mucho. Pero me pareció inútil. ¿Cómo me voy yo con esa maleta de nuevo rico o de viejo ladrón a un hostal de Carrión de los Condes o de Ciudad Rodrigo? ¿Me la llevo a Jasper, en las Montañas Rocosas de Canadá, o a una casa de pescadores de Lipari, una de las islas Eolias? No me imagino paseanddo por la Plaza de Jemaa el Fna de Marrakech, colgado artificialmente a la maleta y rodeado de niños pedigüeños? Tampoco me serviría, a no ser que contratara un porteador extra como los turistas más refinados, para subir caminando desde Coriwaynachina hasta el Machu Picchu.
Al final, pensando que para hacer de estúpido turista ya me bastaba yo solo, decidí colocarla como un adorno en el salón de mi casa y la llené con todas las postales que guardaba en cajas de cartón. Allí está. Todas las visitas se fijan en ella.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Qué tontería. Ayer soñé que recibía una postal de Macondo. El Macondo de los primeros fundadores, que cruzaron la sierra huyendo de los fantasmas. El Macondo que pintaba las casas de blanco y que no tenía cementerio porque aún no había muertos. Aquel Macondo, donde la gente era feliz.

martes, 1 de mayo de 2007

También tuvimos ocasión de disfrutar del río Tajo . Desde uno de los rincones maravillosos de esta ciudad, contemplamos la luz del atardecer reflejada en el río. Sin duda, fue uno de los momentos que recordaré de aquella tarde.
Cuando menos lo esperaba pero, a la vez, más lo necesitaba para evadirme de algún resquemor del día, llegó a mis manos esta postal. Me senté en una terraza de mi ciudad, me tomé una cerveza bien fría y los ojos se me fueron nublando en el recuerdo... de otro atardecer...