martes, 22 de enero de 2008

Soy un cámara de una televisión francesa y junto a mis compañeros de equipo me encuentro en Nueva Delhi para rodar un documental sobre las ciento cincuenta mil personas sin techo que deambulan de un lado para otro en la capital de la India poseyendo únicamente la tierra como alfombra y como techo el cielo y sus estrellas.
A pesar de todo, esta gente no sufre por su pobreza, por su desamparo y abandono, al menos no en relación con el tamaño de la injusticia que padecen. Y no sufre porque en realidad no han visto ninguna otra vida mejor con la que poder comparar la suya. Esto es lo más triste, que se les niega el conocimiento de otras realidades que, al ignorarlas, nunca intentarán alcanzar porque, en realidad, ni tan siquiera saben que existen. Y así, conviven con su miseria y la aceptan con una extraña resignación. Desconocen incluso su derecho a la protesta y a la rebelión.

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