Tengo trece años, soy palestino y vivo en la Franja de Gaza. Me siento solo. Por ahora, éste sería mi mejor autorretrato: la soledad. Y mi padre no me ayuda en nada para salir de este laberinto sin salida. Él me incita a que aprenda a ser yo, a ser libre, a pensar por mí mismo. Y me ha aconsejado que, durante estos días, lea las noticias sobre la conferencia de paz de Oriente Próximo celebrada en la ciudad estadounidense de Annapolis y, con la información en mi bolsillo, aprenda a sacar mis propias conclusiones. Pero, ¿de qué me sirve tener mi propio juicio sobre nuestra realidad? ¿Es que puedo hacer algo yo solo? ¿Acaso puede mi padre? Él dice que está abierto al mundo, que se siente palestino, pero también de muchos otros lugares. Pero él apenas puede mantener a su familia. Es un pobre hombre, también un cobarde. Si sobrevivimos, es casi por inercia. Entonces, ¿de qué le sirven a mi padre la libertad, la intergridad y la independencia personal? ¿Se come de eso? Además, él sí que está solo. Si no fuera por su trabajo en la tienda de comestibles (aunque cada día las estanterías están más vacías) que regenta, no hablaría con nadie. Porque nadie lo entendería. Y yo no quiero estar aislado. No quiero ser un bicho raro. Quiero petenecer a un grupo. Mira, si te soy sincero, me da igual a cuál. Pero, necesito sentirme protegido, arropado e, incluso, no encontrarme en la obligación de pensar por mí mismo. Sé también que tampoco es la felicidad el pertenecer a alguna fracción política. Un primo mío de diecinueve años ha muerto hace seis meses en un ataque suicida. Por lo tanto, sé muy bien de lo que hablo. Sin embargo, se le veía contento, relajado, convencido. Mi primo decidió una vez; luego, se dejó llevar, incluso hasta la muerte, porque la claridad de sus ideas le arrastraban hacia el sacrificio. Yo aún no he dado el salto, aún no soy valiente hasta ese punto. Además, yo no veo nada claro, ya ni siquiera sé si de verdad quiero la paz que mi padre tanto ansía. A veces pienso que la paz es más costosa y difícil que estas múltiples guerras que padecemos. Lo único que deseo es sobrevivir. Y la libertad y la integridad y la independencia personal son palabras huecas, que no ayudan para nada.
jueves, 29 de noviembre de 2007
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